lunes, 29 de agosto de 2011

El líder que Tabasco necesita


El líder que Tabasco necesita

Uno de los postulados de la democracia es que cualquier ciudadano se puede anotar como aspirante de un cargo de elección popular y, entre los que se registren, a través de los partidos políticos, la ciudadanía tiene que elegir a quien se aproxima más a lo que el cargo requiere. Por lo tanto, tanto aspirante como electores tienen que hacer una reflexión ética de las cualidades que debe caracterizar a la persona y los requisitos que exige el cargo en disputa. Ante los muchos aspirantes a gobernar Tabasco, vale la pena esbozar el retrato hablado de quien acaricie ese sublime anhelo y suprema responsabilidad. Se trata de un ideal y evidentemente nadie cumple con todas las exigencias. Tendríamos que partir de quien se acerca más. En otras palabras es el viejo choque entre lo que se quiere y lo que existe.

¿Cuál sería entonces el hombre o mujer que Tabasco necesita?

Se requiere de una persona con autoridad moral, con antecedentes que le confieran credibilidad y cuyo mensaje transmita confianza. Se necesita también alguien profundamente conciliador, que sepa armonizar, lavar heridas y curarlas; que establezca un diálogo con todas las corrientes políticas y que en su ánimo no haya resentimientos ni afanes de venganza. Que conozca el Estado y sepa de sus problemas, que conozcan bien a los tabasqueños en cuyas manos están las soluciones. Evidentemente, pasión de servicio y profunda actitud autocrítica. Ha habido demasiado regodeo en el halago sin sustento, práctica que obnubila la mirada del hombre en el poder.

Habría que sumar otras características: conocimiento, disponibilidad, sencillez para atender, paciencia para escuchar, honestidad en el manejo de lo ajeno. Con cuánto orgullo se podría presumir hace años de organizaciones de productores que eran ejemplo en todo el país que han fracasado en tiempos recientes. Los gobiernos estatales han manejado recursos cuantiosos derivados de las participaciones petroleras. Lamentablemente su destino no ha sido el más adecuado para impulsar el desarrollo. También se ha caído en un “empleomanía” brutal, con el único propósito de incorporar partidarios en la nómina. Esta práctica se ha manifestado en todos los órdenes de gobierno, propiciando estructuras administrativas obesas e ineficaces.
No existe una solución global para Tabasco. Quien así lo afirme incurre en un discurso falso y demagogo. Existen soluciones locales, diseñadas para zonas y problemáticas específicas del territorio estatal. Instrumentarlas con inteligencia y prudencia sí puede conducir al desarrollo sustentable.

El líder que emerja el próximo año tendrá que concitar el apoyo ciudadano de forma racional y honesta. Esto significa una labor de convencimiento con su actitud, con sus cualidades y con su palabra, rompiendo una inercia de políticas clientelares, de mercadotecnia electoral y de compras de conciencia.

No hay que complicar la política, ya de por sí, con ficciones y demagogia. Se necesitan ejercicio de realismo y pragmatismo, sin olvidar los principios fundamentales. No se requiere un ejercicio de imaginación sino de memoria. No se trata de estimular la creatividad, sino de responder a demandas reales. No hay necesidad de la gran parafernalia de foros y consultas, como si a estas alturas no hubiera ya diagnósticos. No se trata de escudriñar sobre el rumbo de Tabasco, sino de una tarea más sencilla: que tabasqueñas y tabasqueños asuman su deber. Sonara utópico o idealista, pero no hay atajos y la tarea, precisamente por complicada, demanda un esfuerzo extraordinario. Es hora de sacudir la pereza moral de las últimas décadas.

Una asignatura pendiente es la relación entre el poder público y los medios de comunicación. Es preciso sanearla en el afán de que todos le sirvan a la verdad, a la crítica constructiva y a la formación de una cultura democrática con el ciudadano como principal protagonista. Hoy en día los gobiernos pueden ser calificados utilizando criterios muy objetivos y con resultados que son fiel reflejo de un buen o mal desempeño: rendición de cuentas, buen uso de los recursos, corrupción, política social eficaz y que respete la dignidad de la persona, deuda pública, finanzas públicas sanas, niveles aceptables de seguridad, gobernabilidad sólida, buena representación de los poderes públicos, buen nivel de legitimidad, que no es otra cosa que consenso y convencimiento de que se tiene un buen gobierno.

Se debe recuperar la autoestima del tabasqueño. Se debe regresar a algo que fue timbre de orgullo en el pasado: la gran solidaridad de la familia tabasqueña. Es indudable que el hombre público, el político está sujeto una presión permanentemente en el que se cala su calidad humana y su sensibilidad política. A esa prueba debe responder con gran sentido de responsabilidad quien pretenda dirigir los destinos de Tabasco.
La Historia de Tabasco en mucho explica por una confrontación de ambiciones individuales, de figuras relevantes queriendo imponer su hegemonía sin percibir las consecuencias negativas para la entidad en su conjunto. El discurso está en crisis porque la política está en crisis. Está rota la comunicación entre gobernante y gobernado. Hay que emplear un discurso convincente, auténtico verosímil, verificable, que inspire y que sea y sea puente de entendimiento.

La responsabilidad obliga a ofrecer respuestas a la gran problemática tabasqueña y que estas respuestas sean adecuadas y aplicables. Hay una gran penumbra en el ambiente tabasqueño, hacen falta voces señeras que ilustren y orienten. Ojalá y lo que viene sea algo más que una contienda electoral y se convierta en el escenario de donde emane una nueva forma de hacer política y una renovada esperanza para el pueblo de Tabasco.
¡Que los tabasqueños opinen!
Sociedad civil tabasqueña

Publicado en Diario Presente 29 de agosto 2011

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