11 mayo 2013
La Agenda
Setting
Yo tengo que decir que está vivo, porque si no,
me muero yo
Jorge A. Leyva
No para todas las mamás fue
felicidad este Día de la Madre. Ayer como los otros 365 días del año, muchas madres
de migrantes, de activistas sociales, madres jefas de familia, no tuvieron un
feliz día de la Madre porque simplemente no saben hoy por hoy donde están sus
hijos. La odisea de muchas madres que han perdido un hijo es una constante de
sufrimiento, desesperación, desvelos, todo esto combinado con una perseverancia
y una tenacidad incomparables que sólo una madre puede tener.
Ayer esas madres sin
fronteras, que siguen en la búsqueda de sus hijos, con la esperanza de
encontrarlos volvieron a sentir ese vacío que les deja tener un hijo desaparecido
y que no se llena con nada. ¡Vivos se vinieron, vivos los queremos! Dijo Carmen
Lucía Cuarezma madre de un hijo nicaragüense y agregaba: “Yo tengo que decir
que está vivo, porque si no, me muero yo” mostrando la foto del hijo que
buscaba. Una de las muchas historias de dolor que desgarran el corazón pero
que, son ciertas.
Ansiosas de noticias
buenas o malas, pero de noticias que al fin que les den certeza sobre el
derrotero de sus hijos, muchas madres siguen buscando, implorando plegarias,
con fotos de sus seres queridos desaparecidos. Casi todas ellas llenas de
esperanza, confiadas en que aparezca alguna pista que les permitan dejar atrás
años de incertidumbre y desesperación. ¿Qué decirle a esa madre que tiene a su hija
o su hijo desaparecido en su camino rumbo a los Estados Unidos en búsqueda de
trabajo y que no sabe dónde está? El no saber precisamente es lo que desespera
más.
Pero no son sólo las
madres de migrantes quienes sufren. Los secuestros y desapariciones forzadas también
provocan dolor en las madres. “Sabemos de su dolor. Hablamos el misma idioma”
alguna vez dijo Irma Leticia Hidalgo, una mujer de la ciudad de Monterrey cuyo
hijo fue secuestrado y aún sigue desaparecido. “Sus desaparecidos son nuestros
desaparecidos”. Las historias algunas comunidades o pueblos alejados donde en medio
de la noche hombres embozados entran robándose cosas de valor en las viviendas,
y llevándose algún joven pidiendo rescate, pagando y no regresando después,
lamentablemente también son una manifestación de la realidad que se vive por la
inseguridad en algunas partes de México.
En los Estados Unidos
muchas madres también sufren y cuentan sus historias de familias separadas. En
sendas manifestaciones bajo el grito de “Obama, no deportes a mi mamá”, decenas
de familias de inmigrantes deportados desde Estados Unidos -a pesar de tener
hijos que nacieron en la unión americana- se han manifestado ante la constante
preocupación de ser deportados, de sufrir la separación de madres e hijos que
continuamente se dan. Son madres que sufren y que aun con temor, exigen el respeto
a sus derechos.
En el marco del Día de la
Madre, una gran mayoría de madres de familia nada tuvieron que festejar, muchas
de ellas violentadas por sus parejas, recibiendo amenazas, humillaciones y golpes.
Nada en verdad justifica la violencia. Mucho menos la violencia de género. Ayer
que festejamos a nuestras madres; el respetarlas, quererlas y entenderlas es el
mejor regalo que les podemos dar. Es un gran momento para reflexionar y hacer
conciencia de que la mujer, la madre es la célula de la familia, y la familia
es la célula de la sociedad. Viene bien recordarlo más allá de flores,
chocolates, comidas o regalos; no sólo un día sino todos los 365 días del año. Les
comparto nuestro correo electrónico: jordymx@hotmail.com y en twitter nos
puedes encontrar como: @Jorge__Leyva
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