miércoles, 11 de agosto de 2010

Sucedió en Tijuana pero sucede en todo México

11 de agosto de 2010


Columna: LA AGENDA SETTING

Sucedió en Tijuana pero sucede en todo México

Jorge A. Leyva

La tenacidad vence a la razón, a la elocuencia y a la ciencia. Mediante el aburrimiento reduce al silencio a su enemigo: Maurois

Esta es una carta sintetizada que me envía una amablemente Alma Leticia Madríz Mendoza lectora por internet y que hago nuestra para compartírselas en el sentido de que, lo sucedido a ella en Tijuana, Baja California podría sucedernos a cualquiera de nosotros. Se trata de un contrato de crédito hipotecario para el financiamiento de su casa habitación, entre su finado esposo y nuestra lectora, quienes suscribieron en el año de 1994 con la desaparecida Banca Serfin, hoy en día Banco Santander un convenio que posteriormente en el año de 1996 se reestructuró dicho financiamiento en la famosa moneda ficticia denominada UDIS (Unidades de Inversión). Así las cosas nos refiere Alma Madriz en el primer contrato de crédito hipotecario se estipularon un seguro de vida para en caso de fallecimiento de alguno de los cónyuges este seguro cubriría el cien por ciento del adeudo del crédito, posteriormente al firmarse el convenio modificatorio no sólo la reestructura fue en base al financiamiento en UDIS, sino que también se modificaron las cláusulas referente al seguro de vida cambiando los porcentajes quedando de la siguiente manera: el 56 % de participación del seguro de vida para la señora y el 44% de participación del seguro de vida para su esposo.

Desafortunadamente en el año 2006 fallece su esposo el señor Brako Ruíz Márquez de un infarto al corazón lo que obligó a la señora Madriz a tomar las riendas de todos los gastos de sustento de su casa y de sus hijos. Pero al acudir al Banco Santander para exigir que le pagaran el porcentaje del 44% del seguro de vida, porcentaje contratado ante Notario Público, el banco de capital manifestó que ellos no pagaban esos seguros, que eso “era un gasto que tenía que cubrir la aseguradora Seguros Santander”. Al ir con la aseguradora les respondieron que ella solamente había registrado a una persona que es la suscrita, pero que no había registrado a su finado esposo y que por lo tanto no podía pagar el referido seguro de vida, -aun así el Banco Santander hasta la fecha sigue cobrando las cantidades indebidas de dicho seguro- por lo que la lectora tuvo la necesidad de contratar un grupo de abogados que la asesoraron y llevaron el litigio correspondiente.

Este proceso inició con el procedimiento de reclamación ante la Comisión Nacional Para la Defensa y Protección de los Usuarios del Servicio Financiero (CONDUSEF) reclamándole primeramente al banco el pago del seguro de vida ya que esta institución es la responsable de cobrar dicho seguro, pero como el que contrató el seguro fue el banco y no los acreditados, la institución contestó en su informe que la institución que debería pagar era seguros Santander, pero al reclamarle a Seguros Santander la aseguradora respondió que ellos solamente habían registrado a una persona que era la suscrita y no al finado y que por lo tanto no podían pagar dicho seguro de vida. En virtud de las respuestas negativas y evasivas tanto del banco como de la aseguradora, la señora Madriz compareció al Juzgado Séptimo Civil de Primera Instancia en la ciudad de Tijuana, Baja California, demandando al banco el pago de dicho seguro así como tercero llamado a juicio a seguros Santander obteniendo una sentencia favorable radicándose con el número de expediente 735/2008. En dicho proceso legal la institución bancaria fue condenada a pagar dicho porcentaje del seguro a partir del fallecimiento de su finado esposo así como las cantidades pagadas indebidamente con su interés legal, más los gastos y costas del juicio. Pero tanto Banco Santander como la aseguradora Seguros Santander interpusieron el recurso de apelación en contra de la sentencia definitiva emitida, por lo que aún hoy se encuentra pendiente de resolverse en el Tercer Tribunal Colegiado del Decimo Quinto Circuito en la ciudad de Mexicali, con el número de amparo 340/2010.

¡Caray de verdad que no se vale! Por algo la banca en manos extranjeras hace y deshace a su gusto y antojo, pero bueno lo que llamó la atención fue que la señora Alma Leticia Madriz Mendoza nos dice que seguirá pidiendo justicia para defender el patrimonio de sus tres hijos, y junto con sus abogados exigirá que se le pague dicho seguro, me subraya que no desistirá, ya que está en la última fase jurídica, y nos agrega: “si yo hubiera desistido de esto, dicho asunto estuviera empantanado con el abuso y prepotencia de los funcionarios bancarios y el banco seguiría como hasta la fecha cobrando dicho crédito hipotecario y jamás tendría la esperanza de que algún día la justicia y la verdad puedan triunfar en mi caso, el hecho de que escriba estas palabras es para que todas las madres solteras que se encuentren en una situación parecida no desistan ya que la justicia se encontrara siempre para hacerse valer la verdad y la razón, ya que las instituciones de crédito siempre pondrán piedras en el camino para no cumplir con lo pactado, aprovechándose de las necesidades de las personas para que estas desistan de toda acción legal, por el solo cansancio y costo de estos litigios, por último, hago un reconocimiento a todos funcionarios públicos que han estado a cargo del asunto, ya que de todos ellos han resuelto con justicia basado en los principios de ética judicial”. Hasta aquí la carta que nos envían desde Tijuana y que es un caso real que podría pasarle a cualquier en la frontera norte o en la frontera sur. Nuestra solidaridad por su lucha y tesón. Seguiremos pendientes del caso.

Así es Canito tienes razón la vitalidad se revela no solamente en la capacidad de persistir sino en la de volver a empezar. Síguenos en twitter: http://twitter.com/Jorge__Leyva

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