martes, 20 de febrero de 2018

El suicidio, Murakami y México

20 FEBRERO 2018
La Agenda Setting
Por Jorge A. Leyva

El suicidio, Murakami y México

Cuando leí a Haruki Murakami por primera vez tenía muchas expectativas sobre lo que podría esperar de este escritor japonés, muchas veces nominado al premio Nobel de Literatura pero que no ha logrado ganarlo. Empecé con su primera novela, Tokio Blues, texto que básicamente comienza con un suicidio y termina de igual manera. El personaje central es Toru Watanabe, que aterrizando de un vuelo, escucha en el avión Norwegian Wood -una canción de los Beatles- que lo hace recordar la historia de cuando era más joven y que la novela describe posteriormente de manera amplia. Además de su relación con Naoko, a quién conoció siendo la novia de su mejor amigo Kizuki y el posterior suicidio de éste, lo que ocasiona una relación tormentosa, intensa, rara, compleja e interesante. Tokio Blues toca pues, un tema sensible: el suicido y como es visto en Japón. 

En México, el tema del suicidio más allá de la novela de Murakami, también es un asunto serio, no obstante que tenemos unas de las tasas oficiales de suicidio más bajas en Latinoamérica y del mundo, empero la incidencia es alta y continúa en gradual aumento. Desde el 2000 y hasta el 2016, se han registrado desafortunadamente 83 mil 490 muertes por suicidio en México. El máximo de casos registrados en México durante un año se presentó en 2015, cuando fueron consumados 6 mil 425. Del 2000 al 2015, la incidencia de suicidio creció 84.8%.

Datos de un documento realizado en el Senado de la República por el investigador Ricardo Zárate Rodríguez; e intitulado “El suicidio en México: alternativas de atención, seguimiento y prevención desde el poder legislativo” reveló recientemente que la prevalencia del suicidio por sexo corresponde históricamente a los hombres: 68 mil 309 han sucedido en los dieciséis años registrados. Por su parte,15 mil 225 fueron realizados por mujeres. En una perspectiva que compara las tendencias a largo plazo, Jalisco (6 mil 539) y Estado de México (6 mil 323) son los dos estados con más muertes totales a causa de suicidio desde el año 2000. Sólo en el 2016, la muerte por suicidio en jóvenes entre 15 y 29 años representó el 41.2% del total de casos en México.

Además agrega la investigación que el Gobierno Federal, la Secretaría de Salud y algunos gobiernos estatales, preocupados por el aumento de este problema, han implementado programas de intervención coordinada, a través de los cuales se busca romper el estigma que aqueja al suicidio y a sus víctimas, dando opciones de tratamiento a enfermedades de salud mental, campañas preventivas e incluso desarrollando grupos especializados para su investigación y atención; el problema es que a pesar de los múltiples esfuerzos, su tratamiento aún es aislado; y no existe una política pública federal que busque coordinar a las distintas instituciones e integrar los esfuerzos estatales para su atención.

En el Senado de la República trabajan en un dictamen para declarar el 10 de septiembre como el Día Nacional para la Prevención del Suicidio y es que como referíamos con antelación, el tema del suicidio en México ha cobrado relevancia por su aumento gradual y sostenido. Esta razón vuelve relevante que el Día Nacional para la Prevención del Suicidio sea el primer dictamen que se aprueba referente al tema en la comisión de Salud y en el pleno de una de las Cámaras, pero al no tener la certeza sobre su aprobación en la Cámara de Diputados y, en su caso, de cuándo ésta pueda ser aprobada, deben realizarse esfuerzos por abrir el tema a la opinión pública para que se discutan estrategias para que permitan avanzar en el Legislativo.

No es lo único, también se deben impulsar acciones que permitan reconocer al suicidio como un tema de la agenda pública federal, buscando coordinar a distintas instituciones de carácter público para coadyuvar en un programa nacional de prevención del suicidio. Para que futuras propuestas contemplen esta posibilidad. Resalta la importancia de clarificar qué instancias participarían y las atribuciones que se les asignarían, así como cuáles serían los mecanismos a través de los cuales se coordine el programa. Debe considerarse incluso que, bajo ese esquema de cooperación, participe activamente la sociedad civil. Por eso es importante para su diagnóstico, canalización y tratamiento, la promoción de redes comunitarias con estrecha comunicación y acceso a los servicios de salud, específicamente a los programas de prevención y atención de riesgo suicida. No es asunto menor. Les comparto nuestro correo electrónico: jordymx@hotmail.com y en twitter nos puedes encontrar como: @JorgeLeyva_

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