Miles de colombianos marcharon en las principales ciudades del país para exigir al gobierno el cumplimiento de los acuerdos de paz, detener los asesinatos de líderes sociales y garantizar la vigencia del actual régimen salarial y de pensiones, así Colombia sumó este jueves otro episodio a las tensiones regionales.
La violencia final de los grupos radicales, tan habitual en las movilizaciones que sacudieron a América Latina en las últimas semanas, no consiguió distorsionar el mensaje enviado a Iván Duque por buena parte de los colombianos durante un paro que ya entró en la historia del país: los ciudadanos quieren cambios.
Una gigantesca marcha que se desarrolló en forma pacífica, y llegó hasta la céntrica Plaza Bolívar, en Bogotá, es el mensaje más claro para un presidente debilitado políticamente y con una popularidad en niveles mínimos cuando solo lleva quince meses al frente del país.
Transcurridos 11 años de otra gran marcha, en aquella ocasión contra los secuestros de las FARC, en Bogotá se escucharon las reivindicaciones de trabajadores, universitarios y todos los que se animaron a trasladar sus quejas. En Medellín, Cali, Barranquilla, Bucaramanga, Cúcuta y otras capitales departamentales también se concentraron colombianos que quieren un futuro mejor sin que el país estalle.
Pero los violentos consiguieron finalmente que los cuerpos de seguridad se emplearan a fondo en la capital y en Cali, donde el alcalde Maurice Armitage declaró el toque de queda ante los saqueos, disturbios y ataques contra la propiedad pública. Los agentes se enfrentaron durante todo el día con grupos radicales en los alrededores de la Universidad del Valle.
Hasta los comercios que habían protegido sus vidrieras cerca del centro de la capital fueron maltratados de nuevo una vez arrancadas las planchas de madera puestas para la ocasión. Las marchas estudiantiles de los últimos meses acabaron de forma parecida, con peleas muy fuertes entre los jóvenes y los agentes de la famosa y criticada Esmad (Escuadrón Móvil Antidisturbios).
Lo que en Bogotá fue una gran fiesta democrática terminó con Simón Bolívar desnudo sobre su pedestal, sin la protección que le habían puesto contra los vándalos. Una metáfora que no explica realmente lo ocurrido. Con información de La Nación.
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