Naia tuvo una vida corta y muy dura, marcada por la desnutrición y posiblemente el maltrato, estos son los más recientes datos que revelaron los científicos que vienen estudiando los restos de una adolescente que vivió hace casi trece mil años en México. Naia es como fue nombrado el esqueleto más antiguo y más completo recuperado en América en un Cenote, una enorme cámara subterránea inundada en un sistema de cuevas en el estado de Quintana Roo.
Los investigadores del proyecto informaron que el estudio de sacro de Naia reveló que la adolescente fue madre, aunque no se sabe cuánto tiempo antes de su muerte. Y encontraron huellas de fracturas en los huesos de sus brazos lo que indica que posiblemente "fue maltratada cuando era más joven", según James Chatters, arqueólogo, antropólogo forense e investigador principal del Proyecto Hoyo Negro, que forma parte de la Subdirección de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
El lugar donde fue hallada Naia fue antiguamente un lugar seco, pero en la actualidad es un profundo cenote o cueva sumergida en el sistema de cuevas Sac Actun. Fue posible recuperar cerca de la mitad del esqueleto de Naia, incluyendo un cráneo intacto, ambos brazos y una pierna.
Los huesos de la joven fueron hallados a 30 metros de profundidad por tres espeleobuzos: Alejandro Álvarez, Alberto Nava y Franco Attolini, miembros del Proyecto Espeleológico Tulum. Naia, cuyo nombre alude a las náyades o ninfas del mar de la mitología griega, tenía entre 15 y 17 años, medía poco más de metro y medio y pesaba 50 kilos.
Hay indicios de que Naia llevaba algo para iluminar la cueva, pero eso no impidió que cayera por el agujero que, según Chatters, era una trampa mortal. Como consecuencia de la caída, Naia se fracturó la pelvis y falleció. Naia era muy activa y en su dieta no había muchas proteínas, señaló Chatters.
El arqueólogo había señalado en conferencias anteriores que la adolescente era "escuálida" y que su esqueleto poco desarrollado mostraba señales de desnutrición. Los huesos de Naia fueron trasladados de la cueva debido al ingreso de buzos no autorizados a la zona.
En su rodilla y su tibia pueden verse líneas que denotan un crecimiento con interrupciones, debido a la falta de alimentos o a problemas de salud. Las irregularidades en sus dientes también indican que su nutrición fue a menudo muy limitada. Junto al esqueleto de Naia se hallaron restos de 44 especies de animales. Entre las especies encontradas hay un ocelote, un puma, perezosos gigantes y un tigre de diente de sable.
Se sabe que algunas de estas especies evolucionaron en Sudamérica y luego se desplazaron hacia el norte, según explicó Joaquín Arroyo Cabrales, especialista en mamíferos del Cuaternario. El hallazgo de Naia es muy importante para comprender mejor los orígenes de los primeros pobladores del hemisferio occidental y su relación con los indígenas contemporáneos.
Los restos son considerados uno de los eslabones faltantes para confirmar que algunos de los nativos contemporáneos provienen de Asia, en concreto de grupos que cruzaron desde Siberia hacia el continente americano por la antigua Beringia, un puente formado durante la última glaciación que corresponde al actual Estrecho de Bering. Con información de BBC Mundo.
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