sábado, 1 de diciembre de 2018

Un cabaret llamado Dead Combo

La invitación para entrar a un cabaret y dejarse llevar por una serie de composiciones que tienen que ver mucho con la fragmentación de los estados de ánimo —desde la euforia hasta la contemplación— es una de las partes esenciales que distinguen el trabajo musical de Dead Combo, un dueto que funciona a manera de colectivo con distintos músicos que entienden bien los alcances del sonido, y que en esta ocasión, para su presentación en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara no contó, desafortunadamente, con la presencia de Pedro V. Gonçalves, 50 por ciento de esta agrupación portuguesa. 

Sin dejar caer la noche por la ausencia de Gonçalves, Tó Trips y compañía entregaron una velada que tuvo como sello particular ese misterio que envuelve las canciones de Dead Combo, una manera de descubrir el Portugal menos luminoso pero que, por esta misma circunstancia, se vuelve sumamente cautivador. La experiencia de escuchar a esta banda es en sí una entrada a una postal que, como define Tó Trips, está relacionada con las posibilidades que brinda la memoria: los recuerdos, el pasado, pero también un futuro inquietante. Dead Combo es, pues, un viaje en muchos sentidos que nos conduce por los lugares que han impactado a este grupo, que aclara que no posee ninguna influencia musical específica de su país de origen: “En Portugal no hay nada”, señala en relación con las bandas derock.

Pero precisamente es que Dead Combo no se limita a un solo estilo, aunque aparecen pinceladas de rock en sus arreglos, especialmente en la base rítmica, una manera de iniciar su concierto que delineó la fuerza que tiene la batería mediante el resonar de los tambores de aire y de piso y que, con un juego de sonido que recurrió al toque de los aros, nos mostró los rasgos finos que también posee esta banda. Así, Dead Combo dejó ver y escuchar que es más que un coctel de géneros. Ataviado de sombrero negro de copa, y un traje rojo que evidenció el lado glam del grupo, elegancia que no sólo está relacionada a la imagen, sino con la incorporación de instrumentos como el saxofón, el líder y fundador de Dead Combo, Tó Trips, nos recordó que en esa postal de Portugal hay un catálogo de historias por descubrir.

Los rasgueos lentos y espaciados de guitarra, que inevitablemente transportaron hacia esa sensación de noche profunda, además del acompañamiento del contrabajo, funcionó perfectamente para acentuar esa aproximación al cabaret, pero de igual forma la intensidad impresa en los redobles, y la dulzura del mellotrón, hicieron que cortes como “Mr. Eastwood”, “Eléctrica cadente”, y “Cuba 1970”, acercaran al público de manera espiritual a una agrupación que tiene su sello propio, algo que los asistentes agradecieron desde el estado contemplativo que tiene la música producida por este acto sui géneris llamado Dead Combo.

“Lisboa mulata”, tema con el que cerró la velada, resultó la mejor selección para entender que Dead Combo es una banda que tiene la resistencia suficiente para cruzar cualquier camino y dejar huella, como ahora lo hace con este cruce, casi instantáneo, por los caminos de México, por los caminos de esta Feria.

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